Javier Orcajada del Castillo

Las lecciones de estrategia de Bildu

La Moncloa debería  dominar su soberbia y rabia contenida y llamar a EH BILDU de Nafarroa para que les enseñen  estrategia política, pues han demostrado que lo bordan. Solo unas nociones y si son humildes como para pensar con la mente y no con el bajo vientre, les hubiera sido posible solucionar «kinka» que les impedía gobierno. La lección es pura lógica, solo se necesita tener autodominio y no dejarse llevar por  instintos. Chivite piensa que una relación por mínima que sea con EH Bildu va a arruinarle su expectativa para formar gobierno, por eso se ha cuidado mucho de evitar cualquier infidelidad con Ferraz. Por tanto: nada con los amigos de los terroristas, a pesar de las múltiples veces que han negociado y que han demostrado fehacientemente que han condenado cualquier tipo de violencia. No es suficiente. La primera lección para Chivite es enterarse de cuántos diputados ha sacado EH Bildu y vea si pueden evitar negociar con esos «agotes».

Los sociatas pueden intentar toda clase de equilibrios para evitar que Esparza les acuse de cualquier relación «ilícita» con EH Bildu. Loa abertzales no tienen respuesta al ser su marginados por Chivite, por más que el cuerpo les pediría vengarse votando NO en la investidura de Chivite defendiendo la suya propia. Ya le habrán dicho que sin la abstención de EH Bildu no hay gobierno posible, por eso lo primero que se le ha ocurrido es encomendarse a la virgen de La Paz, patrona de Cintruénigo, lo que le ha ayudado a sacar fuerzas de flaqueza y reiterar con más furia aun que «a  EH Bildu ni agua». Finalmente le hacen presidenta, pero Araiz le recuerda: «no se equivoque, tapándonos las narices nos abstenemos, pero no es un cheque en blanco». Efectivamente: Chivite debe negociar con EH Bildu, a quien rechazó, todo lo que pretenda llevar al Parlamento, pues tiene la llave del oxígeno. Además, sin desgaste, pues es la ingenua lehendakari la que reparte el agua, aunque la lleva en una cesta. María Chivite: lea “El alguacil aguacilado”, de Quevedo.

Bilatu