¿Un «blackface» a la donostiarra?
Yo no quiero que mi hija se disfrace de gitana en caldereros. Yo no quiero que los niños y las niñas gitanas de la escuela de mi hija se disfracen de gitanos y gitanas en caldereros. Porque ser gitano no es un disfraz. Porque ser gitano no es una fiesta que se celebra una vez al año, con ropas exóticas y la cara sucia manchada con carbón.
Ser gitano es vivir atravesado por más de quinientos años de persecución, represión y discriminación. Ser gitano es resistir desde la comunidad y desde la resiliencia y luchar cada día por no diluirte o directamente extinguirte. Ser gitano es pertenecer a un pueblo y sentirte orgulloso de ello.
Yo sí quiero que a mi hija le expliquen en la escuela la historia del pueblo gitano, yo sí quiero que a mi hija le hablen de su cultura y yo sí quiero que conozca personajes gitanos que han hecho grandes aportaciones a nuestra sociedad.
Celebremos la cultura gitana sin prejuicios ni estereotipos. Basta ya de celebrar fiestas en las que solo se divierten algunos. Las fiestas serán antirracistas, o no serán.