Evidencias de un criminal sistema de dominación

La mala fortuna hizo coincidir ayer, en un radio de unos pocos kilómetros, el fallecimiento de la veterana activista feminista Blanca Estrella Ruiz, en Barakaldo, con la muerte de la joven Yaneli Gonzales en Bilbo a manos de su pareja. Cuando Ruiz empezó a militar en el feminismo y a denunciar de forma pionera la violencia machista, el caso de Gonzales apenas hubiera sido un breve en los noticiarios. Seis décadas después, la noticia ocupa hoy primeras planas, lo cual ya es algo, pero las víctimas de la violencia machista siguen existiendo. La lucha a la que Ruiz dedicó su vida sigue siendo tan necesaria como el día en que la empezó.

En casos como el de Yaneli, en los que el sistema patriarcal se expresa en su versión más fatal, se acostumbra a desencadenar una carrera por ver quién condena con mayor contundencia y ahínco la violencia machista. Pero no por gritar o gesticular más se lucha de forma más efectiva contra lo que no deja de ser, a fin de cuentas y dicho crudamente, la criminal punta de un iceberg mucho mayor. Solo en lo que va de semana y sin salir de Euskal Herria, un hombre fue juzgado en Donostia por agresiones sexuales a una menor de 9 años, un joven fue detenido por agresión en Uribitarte, el juzgado de violencia contra la mujer asumió por fin el caso del ertzaina de Txomin Enea y la Fiscalía pidió 45 años para el masajista acusado de agredir sexualmente a tres menores también en Donostia. Por no mencionar el caso de Gisele Pelicot, en el Estado francés. Y esto solo en el ámbito judicial.

Solo entendiendo la profundidad y complejidad de ese aglomerado –o dicho con mayor propiedad, de ese sistema de dominación que es el patriarcado–, se puede aspirar a poner fin a la violencia machista. Cada caso concreto tiene sus particularidades y tienen su importancia, pero limitarse a reaccionar ante estos ataques no es suficiente: la denuncia puntual no debe desenfocar todo lo que se ha aprendido con el avance feminista de años previos. La violencia machista exige reforzar todos los dispositivos de prevención y actuación para evitar muertes como la de Gonzales, pero solo acudir a la raíz del problema hará posible, algún día, acabar con él.

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