La visión preclara de Angela Davis sobre el momento histórico

Este es un tiempo histórico tan convulso que el mundo está asistiendo sin demasiada conciencia al mayor alzamiento popular del último medio siglo para denunciar el racismo sistémico y la brutalidad policial. La muerte de George Floyd ha sido el detonante. Lo cierto es que la muerte de hombres y mujeres negras a manos de la Policía es un hecho tristemente cotidiano en EEUU.

Periódicamente, uno de estos casos rebasa el vaso y alcanza categoría de escándalo a nivel internacional. Pero esta vez la dimensión, la intensidad y la extensión de las protestas han sido totalmente inesperadas.


Angela Davis aceptaba esa sorpresa en una extensa entrevista con Amy Goodman, en “Democracy Now”. Desde su potencia intelectual y su trayectoria militante, Davis ofrece pistas sobre el momento. La crisis de este 2020 demanda una flexibilidad mental que casa mal con esquemas dicotómicos y con mentalidades dogmáticas. Tampoco los cínicos lo tienen fácil.


Distopías, quizás; fatalismo, menos
Esta lucha ha explotado en medio de la pandemia del covid-19, un factor totalmente disruptivo que introduce una incertidumbre salvaje. A su vez, es un aviso de las debilidades humanas y los fallos del sistema capitalista.


En medio del rearme autoritario global actual y con la experiencia de los años 60 del siglo XX, es lógico plantear el miedo a que una respuesta reaccionaria con apoyo popular se sobreponga a esta revuelta emancipadora. Precisamente, Davis entiende que esta rebelión es una continuación de las luchas históricas contra el racismo y que abre opciones de cambio inéditas en EEUU.


Un feminismo emancipador
Siendo reflejo de un movimiento nuevo, con protagonistas diferentes y una agenda propia, las protestas de Black Lives Matter en Euskal Herria mostraron una conexión evidente con el movimiento feminista y con nuevas formas de politización. Lo que se combate no son las guerras culturales yanquis, sino las opresiones sociopolíticas y económicas que padecen muchos sectores populares aquí, en base a una agenda de igualdad y con un proyecto emancipador. Para la juventud son puertas a la militancia y el compromiso.


En este sentido, Davis defiende un feminismo que vaya más allá de las cuestiones de género. Ella lo plantea como «un acercamiento metodológico para entender la interseccionalidad de las luchas y los problemas». Destaca el carácter colectivo de esta visión, enemigo del individualismo liberal que plantea que esos problemas se pueden resolver aumentando el castigo a los agresores o integrando y promocionando a las víctimas. Claro que los responsables deben rendir cuentas, lo mismo policías que políticos. Pero la solución a problemas sociopolíticos fundacionales del sistema y tan sostenidos en el tiempo no vendrá de esa responsabilidad particular.


Creación de alternativas y contexto electoral
«Defund The Police» es más que una campaña para reducir el poder de los cuerpos policiales y denunciar su militarización. Ofrece imaginar cómo debería ser la justicia en el futuro. Es una oportunidad para buscar alternativas para la seguridad, asociándola a valores y servicios no represivos. Es además una agenda para cambiar las prioridades, para establecer que sí hay recursos, para decidir en qué hay que invertirlos.


Esta crisis ha expuesto qué elementos son vitales en una sociedad, qué es realmente sistémico para la supervivencia de la ciudadanía y el desarrollo de las naciones. En diferentes grados según el país, el neoliberalismo estaba desmantelando la sanidad y la educación públicas, había desviado los fondos de la investigación en las universidades públicas a empresas privadas, había descapitalizado lo público para salvar el sistema financiero.


De cara a las elecciones de este año, Davis dice que el Partido Demócrata es parte fundamental del problema y por eso no apoya a Joe Biden. Pero tiene claro que la prioridad en este momento es sacar a Donald Trump de la Casa Blanca. Eso implica, según ella, que parte de las energías que se han canalizado hacia las protestas se enfoquen en la batalla electoral. Su argumento es que las opciones de influir y de lograr cambios son mucho más grandes en un escenario que en otro.


Racismo, represión policial, políticas públicas contra las mayorías y políticos reaccionarios hay en todo el mundo. Cada pueblo debe construir sus alternativas.

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