Sobran las cárceles para migrantes en todo el mundo
La extrema derecha ha conseguido situar la cuestión de la migración en el centro de la agenda política en los países del Norte Global. Una vez definida como un problema y, por tanto, como un fenómeno negativo, la obligación de cualquier gobierno es actuar para, de alguna manera, tratar de encauzar el asunto hacia unos parámetros «aceptables». Y en esa tesitura, muchos gobiernos han optado por actuaciones más que discutibles desde el punto de vista humano. Además, estas políticas apenas tienen efecto en el fenómeno que pretenden encauzar y muchas veces vulneran claramente los derechos humanos de las personas migrantes, especialmente en el caso de las personas que buscan asilo.
Una de esas ideas ha sido la creación de centros de detención o cárceles para migrantes que demandan asilo. Así, por ejemplo, en Gran Bretaña el Ejecutivo de Rishi Sunak contrató una prisión flotante, el Bibby Stockholm, para alojar a los solicitantes de asilo, y cerró un acuerdo con el Gobierno de Ruanda para deportar al país africano a los solicitantes mientras se tramitaba su demanda. Los últimos meses ha estado tratando de poner en funcionamiento un plan similar la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, con la construcción de una cárcel para migrantes en Albania. Pero ha sido en EEUU donde más han prosperado estos centros de detención de la mano de empresas privadas. Se trata de un enorme negocio que, a juzgar por las declaraciones del nuevo presidente electo, Donald Trump, y de sus colaboradores, se expandirá durante su nuevo mandato. Es por ello que los grupos de derechos civiles han comenzado ya una campaña para denunciar este tipo de centros y demandar que se cierren.
Los centros de detención no solamente son ineficientes para disuadir a los migrantes –esa amenaza punitiva no hace que renuncien a sus planes–, sino que no respetan los derechos de las personas que reclaman asilo: quienes sufren persecución en sus lugares de origen no son delincuentes que tengan que estar encerrados. Y la gestión privada de esos centros ha dejado numerosas ejemplos de trato inhumano. Las cárceles para migrantes sobran en todo el mundo.