La reanudación del juicio por el «caso Nóos» destapa acuerdos entre amigos
Cristina de Borbón y su esposo, Iñaki Urdangarin, juzgados en el macrojuicio por el «caso Nóos», escucharon ayer impertérritos cómo el primer acusado interrogado rememoraba los acuerdos millonarios cerrados entre amigos tras un partido de pádel en un palacio real.
La vista por el «caso Nóos» se reanudó ayer en la Audiencia de Palma de Mallorca con la hermana del rey español, Cristina de Borbón, sentada en el banquillo, y con el interrogatorio del primero de los diecisiete acusados, el exdirector general de Deportes del Gobierno balear José Luis Pepote Ballester. Cristina de Borbón y su esposo, Iñaki Urdangarin, permanecerán en el banquillo al menos durante tres semanas, el tiempo previsto para que declaren todos los acusados en un juicio que se prolongará hasta el 30 de junio.
Urdangarin y su socio Diego Torres están acusados de malversar cerca de 6 millones de euros pagados entre 2004 y 2007 por los gobiernos balear y valenciano cuando estaban al frente de una entidad supuestamente sin ánimo de lucro, el Instituto Nóos, .
El primero en declarar fue un antiguo amigo de Urdangarin, Cristina y Felipe de Borbón: José Luis Pepote Ballester, campeón olímpico de regatas en Atlanta-1996 y director general de Deportes del Gobierno balear entre 2003 a 2007.
Incómodo por su condición de «arrepentido», comenzó explicando que en 2010 decidió colaborar con la Justicia a cambio de una reducción de pena para dar a «conocer su verdad» mientras «otros continuaban con sus mentiras».
Conoció a Urdangarin en sus años de juventud y gloria, cuando ambos ganaban medallas olímpicas. Después, cuando Ballester trabajaba para el Gobierno regional y Urdangarin presidía Nóos, negociaron sus primeros contratos junto al entonces presidente balear, Jaume Matas.
Ballester detalló cómo Matas, ya condenado por corrupción, decidió atribuir contratos públicos sin licitación a Nóos para complacer a Urdangarin, como la organización de un congreso de dos días sobre turismo y deporte por 1,2 millones de euros.
«¿Dónde se reunían?», le preguntó el fiscal. «En el palacio de Marivent», residencia de verano de la familia real en Palma, respondió. «¿Jugaron al pádel y después hablaron?», inquirió el fiscal. «Efectivamente».
Según Ballester, Matas tomó él solo la decisión de atribuir los contratos, «sin discutir los precios fijados por Urdangarin», que después fueron validados en falsas reuniones de una supuesta fundación. «Era una manera de vestir el santo, de dar forma a los acuerdos», explicó.
Urdangarin y Torres están acusados de prevaricación, malversación, fraude, delito fiscal, tráfico de influencias, falsedad, estafa, falsificación y blanqueo. El fiscal pide 19,5 años y 16,5 años de cárcel respectivamente.
Exculpado el exsecretario del Instituto Nóos, Miguel Tejeiro
El juicio comenzó con la exculpación de Miguel Tejeiro, el exsecretario del Instituto Nóos. «Puede irse», le dijo la presidenta de la sala, Samantha Romero, tras aceptar que Manos Limpias retirara los cargos en su contra.
Tejeiro salía así de la sala sonriente, no sin antes despedirse de su hermano Marco Antonio, que reconoció los hechos pero sigue acusado.
La silla a la derecha de Iñaki Urdangarin se quedó vacía a partir de ese momento, dejando un hueco entre el cuñado del rey español, su socio y el resto de los acusados, que bien podría presagiar su posible desamparo una vez los encausados que han decidido confesar les señalen como responsables del presunto saqueo de las arcas públicas.
Ayer solo dio tiempo a la declaración de José Luis Pepote Ballester, uno de los acusados que colabora con la Justicia, quien repitió hasta diez veces cómo se «vestían» los expedientes para contratar a Urdangarin por orden del expresidente balear, Jaume Matas, quien no paró de tomar notas durante toda la sesión pero se mostró relajado e incluso ajeno a lo que estaba diciendo Ballester.GARA