Txisko FERNÁNDEZ
DONOSTIA
LA CRISIS DEL ACERO

Arcelor da un nuevo mazazo con el cierre de la planta de Zumarraga

El 21 de enero, Arcelor Mittal anunció la «parada temporal e indefinida» de la Acería Compacta de Bizkaia (ACB). Cuando todavía no han transcurrido dos meses, la multinacional comunica el «cese parcial» de la planta de Zumarraga, que afecta a 325 trabajadores. Mientras, el Gobierno de Iñigo Urkullu da muestras de estar «deslocalizado».

Es el principal productor siderúrgico y minero integrado a escala mundial, está presente en 60 estados y posee instalaciones industriales en 19 de ellos. Estos son datos que proporciona la propia empresa, la misma que en apenas dos meses ha anunciado el cierre –con distintas modalidades– de dos plantas en Euskal Herria: la ACB de Sestao y la factoría de Zumarraga, forzando al ERE a 660 trabajadores (335 y 325, respectivamente) y dejando en el aire otros cientos de empleos indirectos.

Arcelor Mittal comunicó ayer que procederá al «cese parcial de actividad en Zumarraga y al traslado de empleados y volúmenes de producción a otras plantas dentro de la empresa». Una medida que, según indicó ELA, supondrá un «cierre total».

De momento, en las próximas semanas se desarrollará un «procedimiento colectivo de traslado». La multinacional india abrirá un período de consultas –según explicó a Europa Press, comenzó ayer y se prolongará 15 días– con la representación de los trabajadores a fin de establecer el plan social. La empresa no ha determinado aún cuáles serían las plantas a las que se trasladaría tanto la producción como la recolocación de los más de 300 empleados.

Que ese sea el objetivo real resulta cuando menos sospechoso teniendo en cuenta lo que ha sucedido recientemente con la acería de Sestao. Precisamente, al conocer ayer la noticia, el presidente del comité de empresa de la ACB, Juan Carlos Díaz, la calificó de «mazazo» e incidió en que al grupo siderúrgico y sus responsables «únicamente les preocupa el negocio y dar rentabilidad al accionista». Díaz instó al presidente de Arcelor, Lakshmi Mittal, a «actuar de otra manera». «No entiende que el mundo del acero tiene esos altibajos –le reprochó– y está cortando por lo sano allí donde considera que es más rentable para sus números».

China y otros factores

La nota que hizo pública Arcelor recogía argumentos variados para justificar su decisión, apelando tanto a «las condiciones excepcionalmente difíciles del mercado» en el ámbito internacional como «a un nivel de pérdidas insostenible» en la planta de Zumarraga pese a «los sustanciales esfuerzos realizados tanto por la dirección de la planta como por los trabajadores».

Entre los factores que han contribuido a crear esta crisis, Arcelor cita el incremento de las exportaciones de ciertos productos siderúrgicos por parte de China, pero también subraya que «esta situación se ve agravada por el hecho de que la electricidad en España es más cara que en otros países europeos, como Alemania o Francia, y que la industria siderúrgica en España es la más dependiente de chatarra en Europa, teniendo que importar alrededor de un 40% del total de chatarra utilizada, lo que supone un coste adicional de 14 euros por tonelada».

No obstante, asume que hay «una sobrecapacidad del 37% en el mercado ibérico de productos largos», unida a «un continuado deterioro de los precios y los márgenes, y pérdidas insostenibles en el resultado bruto de explotación (Ebitda)».

Lo sucedido en Zumarraga extendió la preocupación por otras plantas del grupo en Euskal Herria. La dirección indicó que iba a reunirse ayer mismo con el comité de empresa de Bergara para explicar el alcance de esta decisión.

Lakua, desubicado

Por su parte, el Gobierno de Iñigo Urkullu se vio obligado a cambiar sustancialmente su posición ante la crisis del sector siderúrgico.

El 26 de febrero, en la reunión de la «Mesa del Acero», Arantza Tapia salió en defensa del clúster Siderex y de multinacionales como Arcelor Mittal y Gerdau, sumándose al coro de quienes acusaban a China de ser el máximo responsable de lo que está sucediendo en Europa.

Ayer, la consejera de Desarrollo Económico y Competitividad cargó contra Arcelor, a la que acusó de no actuar «con suficiente responsabilidad empresarial» para hacer de la planta de Zumarraga una empresa «competitiva» y le reprochó «la ausencia de inversiones».

A LAB le quedó esta duda: o el Ejecutivo jeltzale «sabía cuál era la intención de Arcelor Mittal y, por lo tanto, ha sido cooperador necesario» o la empresa «se ríe del Gobierno y, por consiguiente, de la sociedad vasca».