Las ventas de periódico descienden inexorablemente y las entradas en internet, en cambio, no hace sino crecer. La resolución de la ecuación de futuro parece clara. Pero, el papel se vende, e internet no, o no, al menos, como para compensar la bajada de ingresos tradicionales. La ecuación de futuro se complica.
Los modos de recibir, confeccionar y difundir la información han variado. Más aún, ha existido una auténtica revolución derivada del desarrollo de las nuevas tecnologías. La foto más destacada ya no tiene por qué ser la del corresponsal de guerra, sino la de un soldado que pasaba por allí.
Y para la gran exclusiva no hay que esperar que el paquete de periódicos caiga ante el kiosco. Un corto mensaje de 140 caracteres puede ser la forma en la que nos enteremos del cese definitivo de la actividad armada de ETA o de que ha estallado una revolución en el país más recóndito del mundo.
Las historias no se cuentan igual, pero tampoco se perciben del mismo modo. Los formatos han cambiado. Solo con escribir no basta.
Pero, ojo con la banalización. Porque escribir mal o hacer un periodismo zafio, aunque sea con toda la tecnología del mundo, no puede marcar nuestro futuro. Contar las cosas que pasan, contarlas con gusto, interpretarlas debidamente y ofrecerlas de forma clara sigue siendo el reto de los medios que quieran ejercer con honestidad su función social.
La puerta que se abre ahora es, también, la de la participación, a la interacción con el lector, con el usuario.
Y, en nuestro caso, todo ello sucede en un momento muy concreto. En ese momento que han llamado, que hemos llamado, «nuevo tiempo», y que parece querer llevar a nuestro país a una situación mejor, mucho mejor, a una situación democrática.
A todo ello quiere responder NAIZ. A resolver la ecuación económica, a poder hacer buen periodismo con los nuevos medios y posibilidades, a abrir las puertas a la participación, y a contribuir a que nadie pare el reloj de la historia de nuestro pueblo. Ahí es nada.