El cambio es un hecho. Las matemáticas obligaban a que las fuerzas dispuestas a desalojar a UPN del Gobierno foral obtuviesen 26 representantes y así ocurrió. Geroa Bai, con 9 parlamentarios, EH Bildu con 8 y Podemos con 7, con el apoyo de Izquierda-Ezkerra que saca 2, lograron romper la barrera y superar a las formaciones del régimen, que no tienen margen de maniobra. Por primera vez en la historia reciente del herrialde, los electos del PSN son irrelevantes. A la espera de las negociaciones, lo que ya es evidente es que Ferraz no volverá a tener en sus manos el futuro de Nafarroa. Javier Esparza, candidato de UPN, aseguró ayer que comenzaría negociaciones para formar un Gobierno pero, en realidad, eran declaraciones de cara a la galería. Todas las miradas estaban puestas en Uxue Barkos, coronada como primera representante de la oposición y principal candidata a liderar el Ejecutivo. Tiene a su favor la voluntad de desalojar al régimen.
«Lo hemos conseguido, el cambio político y social en Navarra ha conseguido 26 escaños», proclamaba Adolfo Araiz, cabeza de lista de EH Bildu. La coalición ha incrementado en un parlamentario su representación y, junto a los 9 de Geroa Bai, llevan al abertzalismo hasta los 17 representantes, su mayor cota hasta el momento. Sin embargo, la clave estaba en romper con la barrera de los 26 escaños. Y es un logro que, al fin, se ha logrado.
Rostros cariacontecidos
Bastaba con ver las caras de los diferentes comparecientes para saber quién salía vencedor. No era cuestión de partidos sino de cambio o seguir con el régimen. Por eso los rostros de Javier Esparza (UPN) y María Chivite (PSN) eran similares. El primero se aferró a su victoria (pese a que pierde 30.000 votos y 4 escaños) para reivindicarse como el responsable de liderar la formación de gobierno. Vale, los número dicen eso, pero las posibilidades que tiene de constituir Ejecutivo son imposibles. Le falta el PSN.
Siguiendo la línea de toda la campaña, anunció que excluiría de la ronda de contactos a EH Bildu (una promesa recibida con aplausos entre su parroquia) y afirmó que los resultados le duelen «por Navarra». Un intento de identificación que no ha funcionado en campaña pero que pretende extender todavía.
Consciente de esa realidad, María Chivite aparecía ante los medios escenificando su catástrofe. Con 7 parlamentarios (2 escaños y 7.000 votos menos) pierde la posicion determinante que ha mantenido en los últimos años. Ahora mismo nadie le espera. Chivite y sus compañeros lo saben y así se reflejaba en sus rostros, muy serios, en su comparecencia. Quiso condicionar el cambio marcando una línea roja: que no participe EH Bildu en ese Ejecutivo. Y aun así, no garantizó su apoyo. Para Chivite, el consuelo era haber superado la debacle que preveían las encuestas, con unos resultados que todavía le llevaban más abajo de lo que estaban.
Liderazgos
Si la foto del fin de un ciclo estaba simbolizada por Esparza y Chivite, la alegría llegaba desde Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra. «Vamos a dirigir Navarra con orgullo, con capacidad, sin ningún tipo de complejos, vamos a ser capaces de defender la Navarra del siglo XXI, capaces como navarros, como abertzales, como euskaldunes de llevar a Navarra a los retos del siglo XXI» afirmó Uxue Barkos nada más conocer los resultados. Como segunda fuerza, Barkos puso en valor su posición de líder en el bloque del cambio. Ahora tocará comenzar las conversaciones para formar Ejecutivo.
El segundo en liza en número de representantes, Adolfo Araiz, celebraba el triunfo del bloque alternativo y dejaba claro que EH Bildu actuaría con «responsabilidad para que el cambio sea una realidad». Además, felicitó al resto de formaciones «que nos van a acompañar en el cambio», en referencia a Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra.
Desde Podemos tampoco se podía ocultar la satisfacción. «Las fuerzas del cambio se han impuesto», afirmaba Laura Pérez, que ha situado a la formación recién creada como cuarto partido superando incluso al PSN. Su mensaje durante toda la campaña ha sido nítido abogando por desalojar a UPN y aprovechó el impulso para considerar que este es un primer paso de cara a las elecciones españolas de final de año.
Por último, Izquierda-Ezkerra también abogaba por un acuerdo que expulse a UPN del Gobierno después de dos décadas al mando. Su candidato, José Miguel Nuin, reivindicaba unas siglas que las encuestas dejaban fuera en muchas ocasiones pero que han logrado dos representantes clave a la hora de formar un Ejecutivo alternativo.
La noche de ayer fue de euforia para quienes anhelaban otro Gobierno y de tragedia para los representantes del régimen. Ahora empieza otra fase también complicada. La de constituir un liderazgo que entierre el modelo que se ha venido abajo.