Dabid Lazkanoiturburu

El presidente de Kazajistán ordena «disparar a matar» a los manifestantes

Tras dar por sentado que se trata de «bandidos y terroristas, entrenados y también extranjeros», el presidente kazajo, Kasim Jomart Tokayev, ha ordenado tirar a matar y sin aviso previo a los manifestantes.

El presidente kazajo, Kasim Jomart Tokayev, ha comparecido tras una reunión urgente del gabinete «antiterrorista».
El presidente kazajo, Kasim Jomart Tokayev, ha comparecido tras una reunión urgente del gabinete «antiterrorista». (AFP)

El presidente de Kazajistán, Kasim Jomart Tokayev, ha anunciado hoy que ha dado orden de disparar a matar sin advertencia previa a los «terroristas» implicados en las últimas protestas en el país, que tienen su epicentro en la Almaty, capital económica y urbe más poblada del país.

«He ordenado a los cuerpos de seguridad y al Ejército que disparen a matar sin advertencia», ha manifestado el mandatario durante un discurso a la nación, en el que ha desoído el llamamiento de la ONU a ambas partes a evitar la violencia y ha descartado negociar con los manifestantes, tal y como ha pedido EEUU y otros países occidentales.

«¿Acaso es posible negociar con criminales y asesinos?», se ha preguntado, antes de incidir en que las autoridades hacen frente a «criminales armados y entrenados, tanto nacionales como extranjeros».

El primer subdirector de la Administración Presidencial, Dauren Abayev, ha ofrecido una versión de la revuelta en el país centroasiático asegurando que, si bien las protestas iniciales eran pacíficas, habrían sido instrumentalizadas «por bandidos y terroristas». «Se estudian diversas versiones de la vinculación de estos a organizaciones extremistas», ha afirmado el alto funcionario al canal estatal Jabar 24.

Abayev ha asegurado que «el orden se ha restablecido en todo el país y la situación se ha estabilizado», pero ha reconocido focos de resistencia de los manifestantes, que según medios locales se han atrincherado en la sede del canal de televisión Mir, cerca de la plaza de la República de Almaty.

Batalla campal

Fuentes del Ministerio de Interior, que la víspera aseguraron que 18 policías habrían resultado muertos y 748 habrían sido heridos por los manifestantes, han reconocido que han matado a 26 personas y herido a 18 y que la práctica totalidad de edificios administrativos están asegurados tras haber establecido 70 puestos de control militar y policial. Los detenidos son más de 3.000 en todo el país.

Testimonios no confirmados apuntan a que los manifestantes muertos se contarían por docenas y que los heridos superan el millar.

El bloqueo informativo por parte del Gobierno, con Internet a medio gas y webs opositoras censuradas, hace imposible no ya ofrecer un balance fiable sino atisbar lo que realmente está ocurriendo en el país.

No obstante, las imágenes que las redes sociales ofrecen sobre Almaty testimonian una verdadera batalla campal, con edificios incendiados, carcasas de coches incendiados y regueros de sangre en las calles. Grupos de manifestantes saquearon los locales de las cadenas de televisión oficiales, incendiaron la Alcaldía de la ciudad y la residencia presidencial.

La intensidad de los enfrentamientos ha sacudido a Kazajistán, conocido por la estabilidad que impone su régimen autoritario.

Paradero de Nazarbaiev

Con 19 millones de personas y rico tanto en petróleo como en gas, la subida de los precios de este último al doble con el nuevo año está en el origen de las protestas, que se convirtieron en un clamor contra el Gobierno y, sobre todo, contra el líder del país, Nursultán Nazarbaiev, presidente  entre 1989 y 2019 y que mantenía entre sus manos el poder desde el Consejo de Seguridad kazajo tras ceder el cargo a Tokayev.

Los manifestantes, que han derribado varias estatuas del líder (Nursultán, el Sultán Radiante), le acusan de dirigir desde la sombra, y a través de lazos familiares, las petroleras y gaseras kazajas.

Fuentes opositoras aseguran que Nazarbaiev habría buscado asilo en Abu Dhabi. La capital de los Emiratos Árabes Unidos se ha convertido en refugio de dictadores, reyes eméritos y sátrapas de toda condición.