«Que un periodista acabe en la cárcel no es algo habitual. Que un periodista pase 13 días totalmente incomunicado, sin poder hablar con su familia y ni tan siquiera con su abogado es algo realmente excepcional. Y que esto le suceda a un ciudadano español ejerciendo su labor profesional en un país miembro de la UE es simplemente inconcebible. Pero es lo que está pasando ante el vergonzoso silencio mediático e institucional», afirma Teixeira.
A través de un artículo publicado en Eulixe, Teixeira repasa sus vivencias con González, a quien conoce desde hace 12 años por motivos profesionales. Recuerda que, antes de ser apresado por la inteligencia polaca, habían «visitado el país juntos en 6 ocasiones, y él alguna más en solitario, intentando arrojar algo de luz en un triste conflicto que para muchos es reciente, pero que ha provocado más de 13.000 muertos en los últimos 8 años».
La explicación de que González tenga tantos conocimientos sobre los países postsoviéticos y su ruso fluido resulta bien sencilla: «Su abuelo fue uno de los niños de la guerra que fue recibido en la antigua URSS, y él siempre ha estado interesado en esa época y sus consecuencias en la geopolítica actual. Estudió filología eslava. Su padre, al que visita habitualmente, vive en Moscú».
Teixeira da cuenta, además, de que González era un periodista señalado por Soros y que inquietaba al CNI español, pero engloba su persecución en algo mucho más amplio. «La paranoia antirrusa en occidente ha ido creciendo en paralelo a las limitaciones de la libertad de expresión limitaciones a la libertad de expresión, hasta llegar al cúlmen que vivimos hoy en día y que se materializa día tras día en recortes a las libertades y una cada vez mayor polarización de la sociedad. Como últimos ejemplos, la censura de canales rusos, como Rusia Today o Sputnik».
Una conexión televisiva como detonante
Teixeira explica cuál fue, a su entender, el detonante de la detención tras la que fue incomunicado. González esperaba para un directo con el programa de La Sexta "Al Rojo Vivo" y se colocó frente a un dispositivo del Ejército ucraniano. Tras aguantar 45 minutos, los militares le tomaron los datos y le conminaron a marcharse.
«Esa misma noche, recibió una llamada del SBU (servicios de inteligencia ucranianos), indicándole que debía personarse lo antes posible en sus oficinas centrales. A pesar de que quedaba trabajo por hacer, volvimos a Kiev. Allí Pablo fue interrogado durante 4 largas horas, y acusado de ser un agente ruso con pruebas tan convincentes como escribir para Gara y tener una tarjeta bancaria de Caja Laboral Kutxa, según ellos ambos financiados por Rusia», relata el compañero de Gonález.
Pablo decidió volver a Polonia coincidiendo con el inicio de la invasión, aunque su compañero asegura que tenía dudas. Allá fue capturado por los servicios de inteligencia, que le mantienen incomunicado desde entonces.
Papel de la prensa
Teixeira carga contra varios medios que han dado por buenas informaciones erróneas sobre el corresponsal, como que usaba documentación falsa. «Pablo tiene doble nacionalidad, y en el pasaporte ruso aparece su nombre en ruso con el apellido de su padre, y en el pasaporte español aparece su nombre en español con el apellido de su madre», explica el periodista.
El periodista cierra su artículo con una reflexión preocupante. «Los periodistas en zonas de conflicto ya no solo se arriesgan a recibir una bala perdida, metralla de mortero o ser secuestrados o asesinados por alguna milicia. Ahora también existe el riesgo de ser detenido y tratado peor que a un criminal de guerra por cualquier Gobierno donde uno trabaje».