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Al-Sadr anuncia su retirada y una huelga de hambre y sus seguidores toman las calles

El clérigo chií iraquí Muqtada al-Sadr ha anunciado este lunes que abandona definitivamente la política y se pone en huelga de hambre para reclamar el fin de las pugnas internas. Sus seguidores han protagonizado protestas en Bagdad, donde han fallecido ya 35 personas.

Seguidores de Al-Sadr se bañan en la piscina de la sede del Gobierno iraquí, en Bagdad.
Seguidores de Al-Sadr se bañan en la piscina de la sede del Gobierno iraquí, en Bagdad. (Ahmad AL-RUBAYE | FRANCE PRESSE)

El clérigo chií iraquí Muqtada al-Sadr ha anunciado este lunes su retiro definitivo de la política y el cierre de todas las instituciones afiliadas a su movimiento, una decisión que ha provocado protestas por parte de sus seguidores en Bagdad, donde han llegado a tomar el Palacio Presidencial.

«He decidido no interferir en los asuntos políticos, por lo que ahora anuncio el retiro definitivo y el cierre de todas las instituciones, excepto el Santuario Sagrado, el Museo Al-Sharif y la Autoridad del Patrimonio Al-Sadr», ha indicado en su perfil de Twitter.

Posteriormente, la oficina de Al-Sadr ha emitido tres decretos por los que está prohibido «interferir en todos los asuntos políticos, gubernamentales y mediáticos», así como «levantar consignas, banderas y cánticos políticos», o «utilizar cualquier medio, incluidas las plataformas de redes sociales, en nombre del movimiento sadrista».

Más tarde, el influyente clérigo chií ha dado cuenta del inicio de una huelga de hambre «hasta que cese la violencia» en Irak.

«Su Eminencia anuncia una huelga de hambre hasta que cese la violencia y el uso de las armas. Porque echar a los corruptos no da a nadie, sea quien sea, una justificación para el uso de la violencia», dijo en un breve comunicado en su página de Facebook uno de los líderes del Movimiento Sadrista, Hasan al Azari.

El portavoz difundió este comunicado después de que se registraran feroces enfrentamientos con armas en los alrededores de la fortificada Zona Verde de Bagdad, donde se encuentran el Palacio Presidencial y el del Gobierno -asaltados hoy por manifestantes sadristas-, así como el Parlamento.

Está habiendo enfrentamientos con metralletas y lanzacohetes antitanque RPG-7 cerca de la Zona Verde entre las fuerzas de seguridad y la milicia Saraya al Salam (Brigadas de la Paz) de Al Sadr.

Se han prolongado durante toda la noche y a primera hora del martes se cuentan ya 35 muertos y unos 250 heridos.

Respuesta al anuncio

Decenas de miles de seguidores del clérigo han salido este lunes a las calles de Bagdad, donde han irrumpido en el Palacio Presidencial y en el del Gobierno, y de otras provincias del sur de Irak, tras el anuncio de Al Sadr de retirarse de la política.

Tras el asalto, las autoridades iraquíes anunciaron un toque de queda en Bagdad, que entró en vigor a las 15.30 hora local (12.30 GMT), y luego lo ampliaron a todo el país a partir de las 19.00 (16.00 GMT), aunque las manifestaciones y los enfrentamientos han proseguido de manera ininterrumpida.

Según informaciones publicadas por los medios de comunicación locales, algunos manifestantes habrían logrado entrar en la sede del Gobierno iraquí. Ante las tensiones en la capital, se ha cerrado la entrada sur de Bagdad.

Toque de queda en Bagdad

El Comando de Operaciones Conjuntas ha anunciado un toque de queda en la capital que incluye a todos los vehículos y ciudadanos, a partir de las 15.30 horas, hora local, de lunes, [14.30 en Euskal Herria] mientras que el Consejo de Ministros ha suspendido sus sesiones hasta nuevo aviso.

En paralelo, las tres presidencias iraquíes –presidente del país, primer ministro y presidente del Parlamento- han mantenido una reunión este viernes para tratar de encontrar una salida a la crisis política en Irak y celebrar una nueva ronda de diálogo nacional.

En este sentido, tanto el presidente iraquí, Barham Salí, como el presidente del Parlamento iraquí, Mohamed al Halbusi, han renovado su apoyo al primer ministro, Mostafá al-Kazemi, al tiempo que han extendido la mano al movimiento sadrista para afianzar el diálogo.

«La reunión pidió a todas las potencias nacionales que asumieran responsabilidad por la situación actual en el país, incluyendo la adopción de la tregua a todos los niveles y el cese de la escalada política», ha explicado la Presidencia en un comunicado.

Al-Sadr, que llevaba semanas movilizando a sus cientos de miles de simpatizantes en Bagdad hasta el punto de haber tomado en dos ocasiones el Parlamento, exigió la disolución del hemiciclo y la declaración de nuevas elecciones, consciente del respaldo del que gozaba como líder de la formación más votada en los últimos comicios de octubre.

Los grandes derrotados de las pasadas elecciones, los partidos proiraníes, así como otros rivales del clérigo, habían pedido a Al-Sadr que abriera la puerta a un gobierno de concentración, pero el religioso pidió en su lugar un gobierno de mayorías, proporcional al resultado de las elecciones.

Retirada previa del Parlamento

En protesta por el bloqueo político, los diputados partidarios de Al-Sadr se retiraron del Parlamento para dejar su mayoría en manos precisamente de los partidos proiraníes, concentrados en el llamado Marco de Coordinación.

Estaba previsto que el Tribunal Supremo de Irak se reuniera el martes para decidir si le compete solicitar la disolución del Parlamento iraquí, aunque la corte ha insistido desde el primer momento en que no le compete pronunciarse siquiera sobre la disolución por atentar contra la separación de poderes.

Las últimas parlamentarias, de carácter anticipado, fueron convocadas tras la grave crisis política en la que se vio sumido el país tras las masivas movilizaciones registradas en 2019, que forzaron la dimisión del Gobierno y la aprobación de una nueva legislación electoral.

Las protestas, que estallaron en octubre de 2019 y se saldaron con más de 550 muertos -según el balance oficial facilitado en julio de 2020–, supusieron una nueva muestra del desencanto de la población con la clase política ante los numerosos casos de corrupción, el mal estado de los servicios públicos y la crisis económica imperante en Irak.