Daniel   Galvalizi
Periodista
Elkarrizketa
Inna Afinogenova
Periodista rusa

«El discurso en la UE es seguir armando a Ucrania y que se maten ellos»

La periodista rusa Inna Afinogenova lamenta que nadie exija un alto el fuego y alerta de un recrudecimiento del conflicto ante una posible contraofensiva de Ucrania. Condena la represión de Putin, que cree que «irá a peor», y denuncia un «asesinato social» de medios conservadores contra su persona.

La periodista rusa Inna Afinogenova visitó recientemente Euskal Herria para hablar sobre la guerra en Ucrania.
La periodista rusa Inna Afinogenova visitó recientemente Euskal Herria para hablar sobre la guerra en Ucrania. (Marisol RAMÍREZ | FOKU)

La guerra no es algo exótico para Inna Afinogenova, la joven periodista rusa que vive exiliada en Madrid desde hace trece meses, cuando dejó su cargo en la señal RT en español. Cuando tenía seis años tuvo que irse de su ciudad en la región de Daguestán por el clima de violencia y atentados. Su familia se fue a otra ciudad del Cáucaso y allí vivió hasta los 16 años, cuando se fue a vivir a Moscú para estudiar en la universidad. Allí residió hasta un mes después del estallido de la guerra en Ucrania.

«El mismo día que empezó la guerra supe que me tenía que ir. Hice las maletas y me fui despidiendo de la gente, arreglando cosas de trabajo y en un mes me vine directo a Madrid», relata a GARA en alusión a su temor a una creciente represión contra el periodismo. Ahora trabaja en el programa ‘La Base’ de Canal Red y escribe en ‘Público’.

Su nivel de castellano es excelente; es una lengua que estudia desde los 11 años, cuando «por un capricho, de oírlo en las telenovelas», publicó un anuncio en un periódico pidiendo una profesora. Le respondió una señora mayor que era argentina y que vivía en su mismo pueblo hace décadas y comenzaron a dar clases semanales. Luego en la universidad lo perfeccionó y hoy habla casi como una nativa. Con su voz, abre una grieta en el pensamiento binario entre otanistas y filorusos y reivindica su libertad de decidir y coincidir, además de reclamar que «se acabe ya esta guerra».

¿En qué fase está la guerra de Ucrania?

Veo una fase de estancamiento. Hay una picadora de carne ubicada en una zona (Bajmut) de unos kilómetros en unos pueblos donde están matándose a mansalva y sin mucha solución a la vista. No se entiende de qué va, cuál es la imagen de la victoria que tienen cada uno de los bandos, no se entiende muy bien cómo se puede terminar esto.

Parece que se va prolongar por bastante más tiempo, no hay ánimos por parte de ninguno de los bandos implicados para terminarla a juzgar por las actitudes y declaraciones. Por un lado, tienes movilización y, por el otro, envío masivo de armas.

Hace unos meses yo tenía esperanza de que hubiese negociaciones por debajo de la mesa, pero no. Ucrania está preparando una contraofensiva y Rusia esta fortificando sus posiciones para defenderse, parece que la contraofensiva de ellos no salió bien, fue frustrada. Llevan meses intentando tomar Bajmut, que tenía 10.000 habitantes. Se están matando por un pueblo que dicen que es estratégico para avanzar en el Donbass.

¿Puede haber una escalada nuclear?

Es difícil hacer este tipo de previsiones. El año pasado dije que no habría invasión de ninguna manera y, como todos vimos, fallé.

En cuanto a una escalada nuclear, espero que no haya y quiero creer que no están tan locos quienes nos gobiernan, que habrá alguna llamada por teléfono, hablarán y habrá una especie de desescalada. Asesores de Estados Unidos, de la OTAN y del Pentágono dicen que Crimea es una parte clave que habría que intentar evitar tomarla por la vía militar, y recomiendan hacerlo mediante negociaciones porque el riesgo es este.

Crimea tiene una historia muy larga, ha pasado por varias manos a lo largo de la historia. Vladimir Putin le ha atribuido mucho capital político al anexionarla en 2014. Albergaba la mayor flota en el mar Negro y es la salida de Rusia al Mediterráneo.

Recordemos que Crimea es una república poblada étnicamente por una mayoría rusa y tártaros y que cuando se disolvió la URSS ya se dijo que Crimea era una cuestión a resolver pero, finalmente, se acordó dejarla en manos de Ucrania, algo visto como un error histórico por los nacionalistas rusos.

La ONG OVD-Info, dedicada a analizar la represión política en Rusia, estima que desde el inicio de la guerra hasta febrero pasado han sido detenidos 19.586 rusos por mostrar posturas contrarias a la guerra. ¿Se ha recrudecido la represión en Rusia?

Sí, ha ido a peor desde que empezó la guerra. Aprobaron la ley contra la desacreditación de la labor de las Fuerzas Armadas y cualquier post o charla pública puede ser considerada delito. Pero no ha habido mucha gente encarcelada. Primero suelen imponer una multa de 30.000 rublos, que son algo así como 350 euros, y en una segunda instancia, el castigo es penal.

«Cuando surge una voz a favor de negociar es marginada y estigmatizada como una voz a favor de Putin y, de esa forma, otros no se animan a decirlo»

Pero con las últimas enmiendas las penas de cárcel pueden ser de 15 años y se ha añadido a los mercenarios del grupo Wagner a la ley para evitar la desacreditación. Ahora van a por todo, sé de encarcelados por escribir en redes sociales o por hablar en la emisora de un pueblo que no representa ningún peligro para el Estado ruso. Hay una caza de brujas, que creo que puede ir a peor.

¿Hay un mismo nivel de represión en Ucrania?

No puedo juzgar la situación en Ucrania porque estoy siguiendo más lo que sucede en Rusia, pero antes de la guerra Ucrania no era ejemplo de absolutamente nada.

Es uno de los Estados más corruptos de Europa, un grupo de oligarcas que se reparten la riqueza entre ellos. Han empezado a blanquear a ciertos grupos neonazis, nadie recuerda que se estaban prohibiendo medios de información y que se prohibieron partidos políticos.

Desde 2014, la etiqueta de ‘prorruso’ les sirve para limpiar el campo de cualquier disidencia. No creo que en Ucrania el nivel de represión sea el mismo que en Rusia, pero sí llegan informaciones de activistas y periodistas detenidos, había persecución a opositores antes y la hay ahora. El Estado ucraniano es el que es.

La UE sigue enviando armas. ¿Le sorprende que en el debate público casi nadie exija un alto el fuego y negociación?

No sé si me sorprende... pero me decepciona mucho. No entiendo ese empeño en multiplicar muertos y mutilados, gente traumatizada, destruir ciudades para luego sentarse y negociar o firmar un armisticio. La gente que está a favor de un armisticio no está en contra de que Ucrania se defienda. Puede haber un año más con cien mil muertos, ¿Por que? ¿Por cuántos kilómetros más de frontera?

Para mí, nada justifica esta cantidad de muertos y de generaciones perdidas. Si hubieran querido un alto el fuego ya lo habrían logrado; en abril estaba sobre la mesa, hay entrevistas de personas que aseguran que lo frustraron Boris Johnson y la Unión Europea, como las declaraciones de Naftali Bennett, ex primer ministro de Israel, que cuenta que había un acuerdo sobre la mesa y no lo quisieron firmar.

Los grandes medios europeos han jugado un papel pro bélico parece, al menos más que con Irak en 2003.

Sí, han tomado partido. No he visto llamamientos a la paz, no veo que la corriente mayoritaria sea la de llamar al alto el fuego, sino llamar a prolongar la guerra y seguir armando y que se maten ellos, porque aquí no ponen ni un muerto; que se maten esos pueblos eslavos y ya. Cuando surge una voz a favor de negociar, es marginada y estigmatizada como una voz a favor de Putin y, de esa forma, otros no se animan a decirlo.

En los años en los que ha vivido en Rusia, ¿ha percibido cambios en la vida social, económica y política del país?

Primero notamos los cambios en cuanto a calidad de vida. Después de las privatizaciones criminales, los defaults y las terapias de choque, la ciudadanía salió de la década de los 90 con poco para comer y vestir. Fue una década muy dura y marcada por la guerra en Chechenia, con atentados, recesión...

Cuando llega Putin, la situación empieza a cambiar y usa en Chechenia la misma técnica que ahora está empleando en Ucrania, es decir, arrasar a pesar de las víctimas civiles. Con el aumento de los precios de los hidrocarburos y unas reformas económicas, comienza una época de bonanza y la gente nota que empieza a vivir mejor. Pero todo nos iba llevando pasito a pasito a donde estamos ahora.

«No entiendo ese empeño en multiplicar muertos y mutilados, en destruir ciudades para luego sentarse y negociar o firmar un armisticio»

Creo que el cambio más grande se produce en 2012, cuando se destaparon mecanismos de pucherazos para que gane el partido Rusia Unida y hubo manifestaciones pacíficas. Se empieza a notar una notable y paulatina erosión de las libertades. Hubo una reestructuración de los medios estatales, se puso a periodistas leales, hubo leyes que prohibían manifestaciones sin permiso, contra la propaganda LGBTI... Todo un paso hacia el conservadurismo y un mayor militarismo con sentimientos ultranacionalistas.

Para algunos usted es una «traidora» y para otros una «defensora» de Putin. Denuncia una campaña mediática en su contra. ¿Cree que es porque trabaja con Pablo Iglesias?

Creo que hay una mezcla de todo. Mi nombre vende y monetiza, tengo muchos seguidores en Latinoamérica y a ciertos propagadores de odio les conviene.

A ello se suma haber trabajado en RT en español y ahora con Pablo Iglesias, y también creo que hay cierta independencia mía que no se tolera porque en esta guerra no quieren matices. No se acepta ninguna postura que esté en contra de la guerra y a la vez en contra de la OTAN. Me atacan desde los dos bandos porque no coincido con ninguno y, a la vez, puedo coincidir en ciertos puntos con todos. A mí lo único que me importa es que se acabe esta puta guerra y la muerte de civiles.

Denuncia que varias publicaciones en algunos medios conservadores le han puesto en riesgo.

Sí, porque sugieren que yo podría estar trabajando para el Estado ruso. Primero, yo no trabajaba para Putin sino para un medio público de mi país y cuando llego a España llego sin absolutamente nada, y algunos sugieren que me manda el servicio de Inteligencia ruso a un país de la OTAN . Esto es una acusación de un delito grave que me puede acarrear ciertos riesgos. Mira lo de Pablo González, que está detenido en Polonia desde hace un año.

Están haciéndome un asesinato social, no pueden aguantar que yo pudiera salir de Rusia y que pueda tener para comer. Y sí, tengo miedo de los ataques que recibo de ciertos sectores y de la falta de oportunidades laborales que pueda tener por culpa de estos mentirosos.

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